La opinión mayoritaria en el campo de la psicología parece indicar que el dinero sí da la felicidad, pero con matices. Un estudio de la Universidad de Princeton refleja ese consenso general, mostrando que al superar el umbral de ingresos de 75.000 dólares anuales, el nivel de felicidad se allana, a pesar de que la riqueza aumente. Se debe tener en cuenta la realidad socioeconómica estadounidense.
Una investigación llevada a cabo en 2021 por la Universidad de Pensilvania contradice lo anterior. Esta indica que la felicidad sigue creciendo con los ingresos, sin estancarse al superar el umbral de los 75.000 dólares anuales. Por ello, Daniel Kahneman y Matthew Killinhsworth, responsables de ambas investigaciones, se unieron con Barbara Ann Mellers (también de la Universidad de Pensilvania) para responder definitivamente a si existe un límite o umbral a partir del cual la felicidad puede cambiar.
¿Otorga alegría a todo el mundo?
Esta colaboración resultó en un nuevo estudio, el cual parece indicar que para la mayoría de personas no hay un límite definido. Los participantes decían que a mayores sus ingresos, incluyendo más allá de los 75.000 dólares, también aumentaba su felicidad.
Pero los investigadores encontraron algo curioso: la felicidad generalmente se aplana a partir de unos ingresos de 100.000 dólares, aunque se trata de personas que eran infelices anteriormente.
Todo parece indicar que el dinero otorga tanto alegría como satisfacción en la vida humana, pero su efecto varía para cada persona. Por tanto, el estudio psicológico muestra que, para aquellos que tengan otras necesidades más allá de las económicas, ganar dinero solo les hará más felices hasta aproximadamente dichos ingresos, siendo más allá poco relevante el aumento de ingresos.
Un umbral de estancamiento
Lo primero, se tuvo que indagar más en el porqué de esa ‘meseta’ de felicidad en el estudio de 2010, ya que lo mismo no sucedía en el estudio de 2021. Kahneman comentaba que este aplanamiento se daba entre los 60.000 dólares y los 90.000 dólares anuales, por lo que la cifra de 75.000 dólares era el punto medio. Pero en el caso más reciente, los investigadores se fijaron en los 100.000 dólares anuales, por encima y por debajo. También se tuvo que tener en cuenta el efecto de la inflación, con diferencias decisivas entre el trabajo de 2010 y los dos posteriores.
Segundo, con respecto a la reducción de la infelicidad y no el aumento de la felicidad, todos los trabajos concuerdan en que mayores ingresos equivalen sobre todo a un menor grado de insatisfacción. También se fijaron en los perfiles de aquellas personas que disfrutan de un mayor bienestar con sus bolsillos más llenos. Si bien esto era para casi todo el mundo, los niveles de felicidad comenzaron a estabilizarse un poco en torno al umbral de los 500.000 dólares anuales, superado por pocos participantes).
Y el 30% más feliz de la población no experimenta ninguna desaceleración en el aumento de su felicidad, llegando incluso a acelerarse en ciertos momentos, y con ingresos ya por encima de los 100.000 dólares. Entre el 15% al 20% de los preguntados, que era el sector más infeliz, sí se registraba una ‘meseta’ más pronunciada. Este grupo sí experimentaba una reducción de su infelicidad con mayores ingresos, pero la tendencia casi se detenía por completo a partir de los 100.000 dólares anuales.
¿Qué es lo más importante?
Para terminar, los investigadores quieren dejar claro que estas correlaciones son poco significativas con respecto al nivel general de satisfacción. Resumiendo, el dinero sí da la felicidad hasta cierto punto, pero obviamente no puede cambiar la situación tanto como a uno le gustaría.
“El efecto de felicidad de un aumento de aproximadamente el cuádruple de ingresos es muy similar al que causa el hecho de ser cuidar a alguien, el doble que produce estar casado, y más o menos el mismo que implica un fin de semana”, se detalla en el estudio más reciente.
Tras establecerse un sí general, con ciertos matices, la investigación concluye que es mucho más satisfactorio identificarse con áreas que traen la felicidad, como una relación, aficiones o la trayectoria profesional, y centrarse en ellas.