Europa hace frente desde hace más de un año a una dura crisis de precios. Eso sí, hay grandes diferencias entre los distintos países del continente. Solo entre aquellos que tienen el euro como divisa, la diferencia en los respectivos índices de precios al consumo (IPC) llega a ser cercana a diecinueve puntos porcentuales incluso, según los últimos datos. Sin embargo, todos tienen un mismo problema: una inflación disparada en algo tan básico como los alimentos. Algunos expertos dan motivos para la esperanza, augurando una “desinflación relativamente rápida” en los próximos meses, aunque problemas climáticos como la sequía o las tensiones geopolíticas suponen una nueva amenaza.
La oficina de estadística de la Unión Europea (UE), Eurostat, ha publicado este miércoles los datos definitivos de la inflación relativos a junio. En ellos se puede ver que el índice de precios al consumo (IPC) se relajó el mes pasado en la eurozona al 5,5% interanual, en línea con la lectura preliminar conocida hace casi tres semanas y que marca la tasa más baja desde enero de 2022.
En cambio, el IPC subyacente (que no pondera los precios de los productos más volátiles, como la energía o los alimentos, y es por tanto más difícil de combatir) ascendió en junio al 5,5% interanual, en vez del 5,4% estimado previamente, dos décimas más que en mayo.
Grandes diferencias entre países
Además, los últimos datos dados a conocer por Eurostat vuelven a evidenciar las grandes diferencias en el IPC entre los 20 países que conforman la zona del euro.
Luxemburgo es el que registró la tasa de inflación más baja en el sexto mes del año, del 1% interanual. Por el contrario, Hungría fue el que sufrió una subida de los precios más fuerte, del 19,9%. Por tanto, la brecha en los IPC de ambos países es próxima a diecinueve puntos porcentuales. Una situación que, aunque no es nueva, no deja de ser un problema para el Banco Central Europeo (BCE), que debe establecer una misma política monetaria para buscar la estabilidad de precios en toda la eurozona.
Una inflación histórica en los alimentos
Ricardo Amaro, economista senior de Oxford Economics, destacó en un análisis del pasado 30 de junio (cuando salieron a la luz los datos preliminares del IPC) que el encarecimiento de los alimentos, pese a suavizarse en el sexto mes del año, continuaba siendo “históricamente” alto.
En concreto, los precios de los alimentos (y del alcohol y el tabaco) aumentó un 11,6% en junio con respecto al mismo mes del año pasado. Y solo en los alimentos no procesados, el incremento fue del 9% interanual, según Eurostat.
De esta manera, aunque los distintos países del Viejo Continente sufren diferentes crisis de precios, todos ellos sufren desde hace meses una fuerte subida de la comida que afecta de forma directa a la ciudadanía.
Hungría, que sufre la mayor inflación entre los miembros del euro, es precisamente el único que ha puesto un tope a los alimentos, el cual no ha surtido efecto. Según su organismo estadístico (KSH), los alimentos se dispararon un 29,3% interanual el mes pasado. Y en Luxemburgo, cuya tasa de IPC general es mucho inferior, el repunte de los alimentos también fue de doble dígito (+11,4%), según el El Instituto Nacional de Estadística y de Estudios Económicos del país (Statec).
¿Qué va a pasar?
A lo largo de los últimos días, semanas y meses, distintos analistas y economistas han alertado sobre distintos factores de riesgo para los precios de los alimentos. Por ejemplo, la sequía, que perjudicará especialmente a España (entre otros países). Asimismo, el reciente veto de Rusia a las exportaciones de trigo de Ucrania aumenta la incertidumbre en Europa.
No obstante, Amaro se muestra optimista en un análisis de este miércoles, aunque solo sea por un efecto estadístico (el conocido como efecto base): “Los efectos de base tendrán un efecto moderador menor en el caso de los servicios que en el de la inflación de los alimentos, ya que esta última está abocada a una desinflación relativamente rápida”, asegura este experto.
“De hecho”, añade, “según nuestras últimas previsiones, la inflación de los alimentos se situará por término medio ligeramente por encima del 5% en el cuarto trimestre de 2023 y del 1% en el primer trimestre de 2024, frente al 11,6% registrado en junio y el máximo del 15% alcanzado en febrero de 2023”.
Así, este economista considera que la brusca desinflación de los alimentos “también consolidará a los servicios como el principal motor de la inflación” en la zona euro. “Un papel que ya desempeñaron en junio, pero solo marginalmente”, resalta.