Los bancos centrales se han olvidado de cómo funciona el dinero y qué causa la inflación. Y la consecuencia apunta a ser una espiral de errores que lleve a las grandes economías mundiales a pasar de una inflación disparada a sufrir fuertes recesiones. Esta es la preocupante advertencia de Mervyn King, el que fuera gobernador del Banco de Inglaterra (BoE) entre 2003 y 2013 y uno de los banqueros centrales que no acabaron arrasados por su gestión de la crisis financiera de 2008.
En una entrevista con Bloomberg, King explica que la decisión de inyectar enormes cantidades de dinero en la economía durante la pandemia fue un “error” que cometieron todos los grandes bancos centrales del mundo. Y que en su empeño de arreglarlo con fuertes subidas de tipos pueden estar pecando por exceso.
“Tuvieron algo de mala suerte. No se les puede culpar por el aumento de los precios de la energía y los alimentos como resultado de la invasión rusa de Ucrania. Pero creo que se puede culpar a los bancos centrales por imprimir una gran cantidad de dinero durante la pandemia cuando no había una necesidad real de hacerlo”, explica King. Y ahora han entrado en pánico y están tratando de arreglarlo con fortísimas subidas, sin dar tiempo a ver sus efectos sobre la economía real.
En este momento, la Reserva Federal ha subido los tipos del 0,25% al 5,25% desde marzo de 2022 (y ha amenazado con dos subidas más), el BoE los ha subido del 0,1% al 5% desde diciembre de 2021 y el BCE cumple mañana un año de subidas, que han llevado el tipo de interés básico del -0,5% al 3,5%. Una carrera por corregir las enormes bajadas y la inyección de liquidez producida en marzo de 2020, al comienzo de la pandemia de covid.
Estas declaraciones llegan justo cuando están creciendo las voces en el mercado y en los bancos centrales que piden frenar las subidas de tipos o empezar a reducirlos. Esta misma semana, el ‘gran halcón’ del BCE Klass Knot ya ha pedido enfriar las expectativas de subidas de tipos más allá de la próxima reunión. Y desde que el dato de inflación de EEUU batiera las expectativas de los analistas a la baja, los mercados han empezado a dar marcha atrás a una de las dos subidas de tipos previstas por la Fed para el segundo semestre.
Y en Reino Unido, la inflación sorprendió de forma positiva por primera vez esta semana tras una ristra de meses encadenando cifras mucho más altas de lo esperado. Una situación que ha animado a los mercados británicos, que han recortado con fuerza sus expectativas de tipos para finales de año, y que ha despertado el debate sobre cuánto más hay que endurecer la política monetaria en un BoE que había amenazado con ser el más duro de todo Occidente.
En opinión de King, la clave está en que los expertos y los académicos de la Economía habían llegado a la conclusión de que “el dinero no tiene absolutamente nada que ver con la inflación”. “Este es un punto de vista muy extraño porque la inflación es una caída en el valor del dinero. Entonces, uno pensaría que la cantidad de dinero que imprimen los bancos centrales tendría algo que ver con la inflación. Y, de hecho, la historia nos dice que imprimir mucho dinero causa inflación”.
¿Por qué ocurre eso? Para King, el objetivo de inflación del 2% había pasado de verse como un delicado equilibrio que los bancos centrales tenían que mantener con esfuerzo a ser algo que ocurría automáticamente, por efecto de la naturaleza, sin que tuvieran que hacer nada de su parte. “Si asumimos que la inflación siempre volverá al 2%, lo que has hecho es reemplazar la máxima de Milton Friedman de que la inflación es siempre y en todas partes un fenómeno monetario por una nueva máxima que dice que la inflación siempre es un fenómeno transitorio”, apunta. Y si este problema se ‘arregla solo’, los bancos centrales podían imprimir todo el dinero que quisieran en 2020 porque la inflación que provocaran se iría sin más.
Pánico en la banca central
Pero su mayor preocupación es que, al darse cuenta de que la inflación no era transitoria, hayan entrado en pánico y el remedio acabe siendo peor que la enfermedad. “Creo que es muy posible que habiendo perdido el control de la inflación y, por lo tanto, habiendo perdido gran parte de la credibilidad, los bancos centrales vean que el camino más seguro para ellos es exagerar ahora para devolver la inflación al 2%”, dice King. “Y si continúan durante los próximos seis meses endureciendo la política monetaria y manteniendo los tipos altos durante otro tanto para asegurarse de que la inflación cae, bien podría ser que generen tanto una recesión como una fuerte caída de los precios”.
Una de las claves es conocer cuánto tardan las subidas de tipos en reflejarse en la economía real. El presidente de la Fed, Jerome Powell, recordó el pasado mes de noviembre que la teoría económica decía que las subidas de tipos suelen tardar “mucho tiempo” en impactar en las empresas y familias, con 18 a 24 meses como el plazo más favorecido. Pero, apuntaba, hay una “gran incertidumbre”, y no es descartable que los efectos se empiecen a notar mucho antes.
King está de acuerdo en que, si las subidas de tipos tardan 18 meses en llegar al bolsillo de los ciudadanos, eso explicaría por qué la inflación subyacente sigue muy alta (4,83% en EEUU, 5,5% en la Eurozona y 6,9% en Reino Unido). Pero, advierte, eso significa que las bruscas subidas de tipos que han realizado los bancos centrales en los últimos 12 meses van a empezar a notarse de lleno dentro de poco, y el efecto acumulado puede ser brutal. “Primero ignoraron el dinero cuando la inflación estaba subiendo, y ahora lo ignoran cuando la inflación está a punto de caer. Son dos grandes errores en ambas direcciones en tres o cuatro años”.
“Lo mejor habría sido no haber imprimido tanto dinero en 2020. Lo siguiente mejor habría sido endurecer la política monetaria más rápido en 2022.”
Respecto a la posibilidad que ronda el mundo económico de que la Fed o el BCE conviertan el objetivo del 2% en “variable” y acepten periodos de inflación más alta, King opina que ahora “es el peor momento” para cambiar ese objetivo, ya que “socavaría la credibilidad” de los bancos centrales. “Si uno, tan pronto como la inflación sube por encima del objetivo, mueve la portería hacia arriba y dice, ‘Bueno, en realidad no importa que nos hayamos pasado un poco, ¿es tan diferente el 3% del 2%?’… lo siguiente será decir ‘¿Y por qué no el 4%?’. Y pronto nadie se creerá que los bancos hablan en serio cuando dicen que quieren mantener la inflación baja y estable”.
La conclusión de King es simple: “Necesitamos volver al 2% y luego recordar que el dinero sí importa”. Y, sobre todo, los bancos centrales deben evitar acumular más errores no forzados: “Lo mejor habría sido no haber imprimido tanto dinero en 2020. Lo siguiente mejor habría sido endurecer la política monetaria más rápido en 2022. Ahora lo peor sería pasarse con los tipos”.