Las horas trabajadas se han convertido en un indicador clave para detectar la salud del crecimiento del mercado de trabajo. En la teoría, según crece la ocupación o los afiliados a la Seguridad Social debería aumentar a la par el número de horas trabajadas, pero algo se ha roto por el camino. Ayer, la Encuesta de Población Activa (EPA) registró la cifra récord de 21 millones de ocupados, en el segundo trimestre del año, pero las horas trabajadas, aunque superan los niveles previos al Covid, no llegan a cerrar el hueco de los máximos alcanzados durante 2008.
Desde la recuperación del mercado de trabajo después de la pandemia, está sorprendiendo que la evolución de las horas trabajadas con la creación de empleo haya sufrido un desacople enorme. Está siendo tan acusado que mientras la afiliación, según los datos de la Seguridad Social, y la ocupación, según la EPA, marcan máximos históricos, las horas trabajadas todavía están por debajo de los niveles récord de 2008, cuando la economía recibía el último impulso del boom inmobiliario.
La comparativa arroja la cifra de 679 millones de horas trabajadas hace 15 años, frente a los 670 de la última EPA. Lo que sí se ha recuperado los niveles previos a la pandemia (639,9 millones de horas), pero ha costado. Desde 2019 es cuando se ha producido un mayor hueco. Las horas trabajadas corresponde a la suma de todo el tiempo dedicado por todos los trabajadores en su puesto de empleo. Viene a ser la unidad más pequeña del mercado laboral para medir la evolución del trabajo.
La primera conclusión que arroja esta diferencia es que antes, en 2008, había más trabajo, en número de hora trabajadas, pero menos trabajadores lo cubrían. Ahora hay menos trabajo, menos número de horas, pero más repetido entre el número de trabajadores. La causa principal navega entre que el crecimiento del trabajo a tiempo parcial a que se declaran menos horas de trabajo o que se trabaja menos horas.
Los analistas están dudando si la pandemia ha provocado esta distorsión o si la última reforma laboral está amplificando el decalaje. Pero lo cierto es que esta evolución se está produciendo desde 2008 por el crecimiento del tiempo parcial y por la caída de las horas que realiza cada trabajador.
El Banco de España ya apuntaba, hace poco, que los trabajadores tendían cada vez a dedicar menos horas y que se debía al envejecimiento de la población. En su análisis, indicaba que la jornada laboral en 1987 estaba en 37 horas a la semana. El INE decía ayer que estaba en 33 horas a la semana.
Los datos del PIB que incluyen las horas trabajadas también reflejan este comportamiento. De hecho, indican a cierre del primer trimestre de 2023 siguen un 0,9% por debajo de los niveles previos de covid. El milagro de la recuperación del empleo no está llegando al PIB y a sus indicadores de empleo. Lo más curioso es que el resto de las variables utilizadas para medir el empleo en términos de contabilidad nacional sí registraron un incrementaron sustancial desde los niveles de 2019. Así, las personas trabajadoras aumentan un 3,6% respecto al primer trimestre de 2019, y los puestos de trabajo un 1,6%.